Vamos dejando atrás el paseo de Es Pujols, siguiendo una senda de madera en dirección a Punta Prima. Llevamos la vista llena de la belleza de las playas que vamos dejando a nuestra izquierda. Cuando se termina la pasarela empezamos a adentrarnos en un terreno llano, con caminos de tierra protegidos del mar por singulares estructuras de rocas erosionadas por el hombre y los elementos. Nos sorprende el contraste entre la rudeza de sus formas y los intensos azules del Mediterráneo.
Cuando menos nos lo esperamos, empezamos a descubrir multitud de espacios tapizados de finísima arena blanca entre las rocas, como pensados para suavizar ese paisaje inhóspito. Decidimos que es un buen momento para descansar un rato en uno de esos acogedores rincones. Todo un acierto…